La
bautizaron hace tiempo como “la sucesora de Crepúsculo”, pero cuando se estrenó
hace un mes en EE.UU, se ganó por sorpresa el favor de los críticos y se
convirtió en un verdadero taquillazo, poniéndose por detrás de la última
entrega de Harry Potter y de El Caballero Oscuro en la cosecha del primer fin
de semana.
Lo que en el pasado fueron los Estados Unidos, ahora es una nación llamada Panem: un fastuoso Capitolio ejerce un control riguroso sobre los doce distritos que lo rodean y que están aislados entre sí. Cada distrito se ve obligado a enviar anualmente un chico y una chica entre los doce y los dieciocho años para que participen en los Hunger Games, que son transmitidos en directo por la televisión. Se trata de una lucha a muerte, en la que sólo puede haber un superviviente. Katniss Everdeen, una joven de 16 años, decide sustituir a su hermana en los juegos; pero para ella, que ya ha visto la muerte de cerca, la lucha por la supervivencia es su segunda naturaleza.
Y es que el
éxito de crítica radica en que en realidad no tiene nada que ver con Crepúsculo.
Los Juegos del hambre no es una melosa película sobre el amor adolescente, es
una película sobre guerra, sobre la represión y el miedo que causa un Gobierno
tiránico, y sobre la moralidad y supervivencia. Son todos los temas que aborda
con acierto los que hacen buena la película. Así, nos encontramos con un buen guión
que sabe aprovechar el material de
Suzanne Collins, que puestos a comparar, es mucho más interesante y de mejor
calidad que el de Meyer.
Sin
embargo, hay algo en lo que Los Juegos del Hambre falla de pleno y es su desafortunada
dirección. Durante buena parte de la película vemos como Katniss va corriendo y
saltando por ahí, utilizando el recurso de la cámara al hombro. Craso error. No
sólo marea –decídmelo a mí que además estaba en tercera fila- sino que llega a
ser un martirio. Pero es que el director, Gary Ross, no solo nos tortura con
esas secuencias, los rápidos movimientos de cámara en escenas que no lo
requieren en absoluto llegan a ser verdaderamente fastidiosos.
Y si esto
último nos sobra, hay algo que echamos de menos. Porque si asistimos a una
cacería en el bosque a la que solo puede sobrevivir una persona, esperamos que
haya sangre y violencia, pues aquí prácticamente no vemos nada, salvo
heridillas, algún apuñalamiento y muertes implícitas.
Pasamos a
uno de los puntos fuertes del filme, su reparto. El joven Josh Hutcherson (Un
puente hacia Terabithia, Los chicos están bien) cumple su cometido sin resultar
excesivamente soso o ñoño, así como Liam Hemsworth. Es un lujo ver por ahí a actores de la talla de Donald Sutherland, los ridiculizados Elizabeth Banks, Stanley
Tucci o Toby Jones (ha participado en un total de 7
producciones en 2011), y en especial a un carismático Woody Harrelson. Pero es
su talentosa protagonista, Jennifer Lawrence (nominada al Oscar por Winter´s
Bone) quien se lleva la mayor parte de los elogios. Su personaje está bien construido y el desarrollo de Katniss es más que correcto. El peso de muchas escenas recae
directamente en ella y lo afronta con gran acierto, ya sean las escenas de
acción, las que tienen cierta gracia (genial frente a los patrocinadores) o las más emotivas. Lawrence demuestra que debemos
tener un ojo puesto en su prometedora carrera.
En cuanto a la dirección artística, vestuario y demás aspectos técnicos no hay mucho que decir, aunque destaca una buena banda sonora, que llega a ser fantástica en varios momentos.
Puesto que
no he leído la novela, no puedo calificarla como adaptación, sin embargo, como
película es muy entretenida, toca diversos temas interesantes y, aunque tiene serios defectos que la perjudican bastante, se deja ver.
Nota: 7
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