Empezamos
el especial de los Oscar 2012 con una de las olvidadas en varias categorías: El Topo (Tinker,
tailor, soldier, spy), un interesante thriller de espías basado en una novela
de John Le Carré.
Años 70, en plena guerra fría. El fracaso de una misión especial en Hungría provoca un cambio en la cúpula de los servicios secretos británicos. Se sospecha que hay un “topo” infiltrado en la cúpula del Servicio y sólo alguien de fuera puede averiguar quién es. Con la ayuda de otros agentes jubilados, el ex-agente George Smiley irá recabando información y encajando las piezas para intentar descubrir al traidor.
Tinker. Con
una carta de presentación como la de Tomas Alfredson, cuya única película hasta
esta adaptación era eso atípico relato de vampiros llamado Déjame entrar
(2008), es imposible no sentirse atraído ante la idea de visionar su segunda
película, algo que puede confirmar su talento como director. Y lo cierto es que
en esta cinta demuestra que apunta maneras. Con una dirección brillante y uno
de los mejores trabajos del año, Alfredson nos cuenta una historia de espías de una
manera poco habitual. Lejos del estereotipo del thriller de espías con grandes
dosis de suspense, romance y elegancia que caracteriza a la saga de James Bond,
el realizador sueco se centra en ese sentimiento tan humano que es la lealtad.
Con un montaje complejo, lleno de flashbacks y momentos de paranoia, vemos un
juego realmente inteligente, una buena partida de ajedrez difícil de seguir.
Tailor. La
dirección artística es soberbia, y resulta frustrante su omisión en los Oscars.
Porque sin una mano maestra como la de Alfredson, la fotografía y la excelente
puesta en escena no brillaría de la forma en la que lo hace, dándole a la cinta
una atrayente atmósfera de intriga y sobriedad. Con una secuencia inicial precedida por
un magnífico plano de la capital húngara, vemos el inicio de la historia: una
escena llena de tensión que será el
desencadenante de la investigación. Escenas como los flashbacks que incumben a
Jim Prideaux, el momento de la conversación en la pista de aterrizaje o una de
las finales –anticipada por un agobiante silencio- en la que Smiley se enfrenta
a los sospechosos, son memorables. Y aún lo es más el poético final y la banda
sonora de Alberto Iglesias.
Soldier. No
cabe duda de que Gary Oldman es uno de los actores más camaleónicos,
carismáticos y queridos por los amantes del cine, aquí da una lección con su
contenida, sutil e inquietante interpretación de George Smiley, digna del
reconocimiento de la Academia de Hollywood (que ya es hora…). Oldman está muy
bien arropado por uno de los mejores elencos masculinos de los últimos años. Un
breve pero acertado John Hurt, un ambiguo Benedict Cumberbatch, un imponente
Ciaran Hinds, un sentimental Tom Hardy, un más que notable Mark Strong y un
comedido Colin Firth dan todo un recital.
Spy. Personajes
bien construidos, para nada planos, en especial Smiley. Gracias a pequeños
detalles vemos su soledad, su
desconfianza, lo metódico que es o lo aburrida que es su vida, más allá de su
trabajo. Es el personaje más atractivo y bien construido, por algo es el
protagonista. Sin embargo no todos son elogios, y pese a que el guión es bueno,
la trama es muy densa. Los flashbacks y algunas escenas intercaladas que
aparentemente no tienen importancia, pero que ayudan a la construcción de los
personajes llegan a despistar. Una trama complicada y lenta. Si bien hacia el
final se ve todo claro, es fácil perderse, que no gustará a todo el mundo,
porque además -y ese es el gran defecto- la historia no entusiasma, está bien
pero no llega hasta el punto y a muchos les parecerá enormemente fría.
Pese a que
no apasione la historia, merece la pena verla por su excelente dirección, su
maravillosa fotografía, dirección artística y banda sonora, y su espectacular
elenco en estado de gracia encabezado por el mejor Gary Oldman que hemos visto
en años.
Nota: 7,5
NOMINACIONES
Mejor actor principal
Mejor guión adaptado
Mejor banda sonora original
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