Después de
El Escritor, Polanski vuelve con una amena y sencilla sátira sobre el ser
humano, con un buen guión basado en la obra teatral de Yasmina Reza y un
reparto estelar en estado de gracia, Carnage se postula como una de las mejores comedias negras de
los últimos años.
Cuatro
personajes estereotipados: un ejecutivo que no deja su móvil ni para ducharse,
una escritora activista, un empresario
con un trabajo aburrido pero fructífero y una pija insatisfecha. Todos
encerrados entre cuatro paredes teniendo una charla sobre un violento altercado
que han tenido sus hijos.
Al
principio todo es cortesía y buenos modales, pero según avanza el metraje, el
comportamiento de los padres va degenerando en una oleada de idiotez y cinismo.
Y he ahí la
crítica al ser humano, algo que hemos visto en otras muchas películas en las
que sus personajes están aislados y acaban mostrándose tal y como son. Desde El
método hasta Cube, The Hole, Exam, El señor de las moscas o El ángel exterminador
¿Pero que tiene de llamativo o diferente Carnage dentro de esta especie de
subgénero? Pues el punto de vista cómico, porque aunque veamos el drama, las
situaciones son divertidas.
Y el mérito
de eso lo tienen los actores. Christoph Waltz puede ser el que más simpatía
despierta en el público, porque vale que sea un cínico –realmente divertido- y tenga
una posición acomodada, pero no miente sobre ello. Es algo demasiado habitual
el juzgar a las personas desde esa posición, y de eso va la película, de cómo
detrás de lo políticamente correcto hay algo más, algo sucio, que cuando queda
al descubierto lo tratamos de tapar con ese cinismo tan presente en el film,
nunca con humildad y honestidad. Por eso, por ser una crítica a nosotros mismos, divertida por fuera pero ácida y mordaz por dentro, resulta tan desalentadora en algunos momentos.
No podemos
olvidarnos de los demás personajes, porque aquí todos tienen su importancia y
complementan a su pareja. Porque gracias a una histérica Kate Winslet podemos
vislumbrar el fracaso de Waltz. Y la otra pareja, un John C. Reilly que trata
de evitar el conflicto con los padres del otro niño, quizá para no mostrar lo
que piensa de su liberal (o progre) esposa, esa magnífica Jodie Foster que le
sigue a la zaga a Waltz.
Una ligera comedia
negra con buenos momentos cargados de verdadera hilaridad. Bastante
recomendable, aunque siendo honesta, si está película no llevara el nombre de
un director de la talla de Roman Polanski, pasaría bastante desapercibida.
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