Meryl Streep
ha conseguido su enésima nominación a los premios de la Academia gracias a su
interpretación en este biopic de la ex-primera ministra británica, Margaret
Thatcher, dirigido por Phyllida Lloyd (Mamma mia!).
Sin
embargo, La Dama de hierro dista mucho de la calidad de El
discurso del Rey. El principal problema es que la directora Phyllida Lloyd
quiere abarcar toda la vida de Margaret Thatcher. Craso error. Así, vemos brevemente una
infancia que le perseguirá de por vida y la ascensión de su carrera en unos 15
minutos, o acontecimientos tan importantes como la huelga de los mineros y los
sindicatos, la Guerra de las Malvinas y la
dimisión de la primera ministra transcurren en unos escasos 20 minutos; con lo
cual, vemos lo querida que es tras la victoria inglesa en la Guerra de las
Malvinas, pero 5 minutos después vemos el fin de su carrera política (aunque
transcurren ocho años entre ambos sucesos).
Ese afán
por querer narrar toda su vida en poco más de hora y media va a ser la gran
carga del film. Al contrario que en El discurso del Rey, que se centra en una
etapa concreta y un problema del protagonista, en La Dama de hierro se quiere
abarcar demasiado, y teniendo en cuenta los diversos temas que se podrían
tratar, resulta un desperdicio.
Y el otro
gran lastre de la cinta va a ser la forma de narrarla. A Lloyd no se le ocurre
otra cosa que recurrir muy torpemente a flashbacks. Así, vemos a una anciana
con demencia recordar toda su vida y hablar con su difunto marido -un desaprovechado
Jim Broadbent- en un montón de repetitivas escenas. Y es que, si al menos fuera
un ejercicio de autocrítica, tendría sentido… Además, si el objetivo de la
directora era dar fluidez con esta estructura, no lo consigue, pues a ratos
resulta verdaderamente tediosa.
El tercer
problema al que se enfrenta es el toque feminista que hay en las secuencias que
incumben la vida política de la protagonista. Parece que todo el que se enfrenta
o critica a la Thatcher lo hace porque es una mujer. Una cosa es humanizar al
personaje para que podamos llegar a empatizar con él -cosa que consigue en el tema de la soledad, pero no en el de la demencia- y otra muy distinta es
santificarle y no mostrar todas las facetas, a excepción de una escena (esa en la que humilla a su "mano derecha"). Cierto es, que no es lo mismo empatizar con un monarca tartamudo
obligado a reinar y a afrontar una dura prueba de superación personal, que con
una política conservadora cuya tenacidad se convierte en soberbia…
Pero
dejando de lado todo lo malo del film, vamos a lo bueno, que como ya supondréis,
tiene nombre y apellido: Meryl Streep. No cabe duda de que es una de las
mejores actrices de la historia, y aquí lo vuelve a demostrar con una
monumental interpretación. Mejor dicho, no interpreta, se convierte en la dama
de hierro, y no solo en su madurez, moviéndose y comportándose como la vieja
Margaret está magnífica. Es una pena que tenga que llevarse su tercer Oscar por
una película condenada al olvido y que no aporta nada.
En fin, una
película floja y torpemente dirigida, con el único atractivo de ver una vez más
a Meryl Streep dando todo un recital.
Nota: 4-
NOMINACIONES
Mejor actriz principal
Mejor maquillaje
Mejor maquillaje
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